Crítica constante: el daño silencioso en tu relación de pareja
Muchas veces te sorprendes criticando a quienes tienes cerca, pero si lo piensas bien, quien más sufre esas críticas suele ser tu pareja. Solemos fijarnos en los defectos de los demás, sobre todo en los de la persona que más queremos.
Hay parejas en las que uno acaba arremetiendo contra el otro, menospreciando su aspecto o quitándole valor a sus capacidades. Estos gestos, aunque a veces parezcan insignificantes, terminan desgastando la relación y sembrando heridas difíciles de cicatrizar.
No siempre eres consciente de todo lo que sabotea tu propia felicidad sentimental. A veces deseas cambiar algo en tu vida, pero si te falta la fuerza necesaria para dar el paso, acabas esperando que sea el otro quien cambie primero.
Por supuesto, no te estoy diciendo que aguantes todo y calles cada vez que algo de tu pareja te incomoda. Es normal que en algún momento critiques; lo importante es cómo transmites esas críticas.
Tienes que aprender a dar y recibir críticas que sumen en vez de destruir. Hace falta tener ganas de conciliar, saber escuchar el mensaje sin responder al ataque. La tolerancia ante los errores del otro es clave para no perderse en reproches.
A veces te cuesta expresar lo que sientes y acabas siendo duro o incluso injusto. Otras veces eres tan susceptible que te tomas a mal cualquier comentario, aunque venga con buena intención.
Cuando planteas una cuestión, muchas veces tu pareja ya se pone a la defensiva antes de escuchar tu argumento completo. Es como si las barreras subieran de inmediato y la conversación se convirtiera en un cruce de reproches. Esto ocurre porque, en el calor de una discusión, cuesta dejar las emociones a un lado. Saber escuchar de verdad al otro es una habilidad poco común.
Hay parejas que pasan horas señalando fallos, en una batalla sin fin sobre lo insoportable que resulta cada uno para el otro. Si siempre discutes esperando que el otro cambie, la frustración solo crece y las probabilidades de fracasar aumentan.
Las críticas constantes encabezan los conflictos de pareja
Sabes perfectamente que es mucho más fácil criticar que reconocer algo bueno. Es casi como si estuviéramos programados para ver antes los fallos que las virtudes de nuestra pareja.
Si te crees perfecto y no eres capaz de convivir con las pequeñas imperfecciones del otro, acabarás minando la relación hasta que no quede nada.
Todas las parejas de largo recorrido atraviesan baches. Algunas crisis se resuelven casi sin esfuerzo, pero otras son auténticos huracanes que te dejan perdido y pueden llegar a romper la relación.
Muchas veces esa costumbre de criticar viene de casa, de lo que viste y viviste en tu infancia. Suele estar muy relacionada con tus valores y creencias personales.
La realidad es que, como cualquier ser humano, tiendes a fijarte más en lo que te falta que en lo que ya tienes. Es decir, ver el lado negativo es mucho más sencillo, aunque tengas muchas cosas buenas delante.
Muchas veces criticas para protegerte. Atacar o culpar a tu pareja exige menos que admitir y expresar lo que realmente necesitas. Intenta trasladar tus deseos en positivo, sin caer en el reproche fácil.
Siempre resulta más sencillo lanzar una pulla y señalar el error ajeno que bajar la guardia y reconocer que las necesidades de tu pareja también importan.
Tu vena crítica suele salir a relucir cuando más estresado o frustrado estás, y entiendo que no es fácil controlarla. Pero ser consciente de lo que provocan tus palabras puede ayudarte a cambiar. Si alguna vez has sido tú el blanco de las críticas, sabes el daño que hacen. Cuando los reproches se repiten, la confianza se resiente y tu pareja puede empezar a dudar de sí misma.
En ocasiones, acumulas resentimientos y rencores por dentro. Cuando surge un problema, es fácil sacar viejas historias y culpar al otro en vez de intentar comprenderlo.
Si de verdad quieres evitar que tu relación se rompa, toca hablar y resolver los conflictos, aunque cueste. Hay que negociar, buscar una salida válida para los dos, y sobre todo pensar en lo que es mejor para la pareja.
El problema es que la mayoría de la gente no sabe negociar en medio de una discusión. Por orgullo o cabezonería, se limitan a criticar todo lo que el otro hace o dice, en vez de buscar un acuerdo que funcione para ambos.
Con el tiempo, esas críticas solo consiguen alejarte de tu pareja. Los sentimientos positivos se van apagando y dejan sitio al rencor y la hostilidad. Criticar al otro lo rebaja, da la impresión de que quien critica es más listo o más capaz, y eso no tiene cabida en una relación sana.
Pon el foco en lo que deseas de tu pareja, no en lo que rechazas
Pedir a alguien que deje de ser crítico parece fácil, pero no lo es. Cuando quieras expresar tus necesidades, hazlo con respeto. En vez de acusar a tu pareja de un error, puedes decirle que te gustaría que prestara más atención a ciertas cosas que son importantes para ti.
Si eres tú quien suele criticar más en la relación, recuerda que las personas más críticas casi siempre lo son también consigo mismas. Puede que ni siquiera te des cuenta de lo exigente que eres con tu pareja porque llevas toda la vida tratándote igual de duro.
Piensa cómo le pedirías algo a alguien a quien admiras y respetas. Así deberías plantear también los cambios que te gustaría ver en tu pareja.
Sé que no es sencillo, y menos en medio de una discusión, pero intenta respirar hondo antes de ponerte a la defensiva. Antes de criticar, pregúntate qué es lo que tu pareja estaba intentando pedirte a ti.
Saber encontrar las palabras adecuadas, tener empatía y ponerte en el lugar del otro antes de exigir algo imposible o que choque con los valores, el físico o la personalidad de tu pareja, es fundamental.
El gran problema es que la mayoría de las parejas no sabe utilizar la crítica de manera constructiva para conseguir lo que quiere. Y cuando las críticas se convierten en rutina, terminan minando la salud de la relación.
Con cada reproche, restas fuerza a tu pareja, le quitas motivación para crecer y, por supuesto, pones en peligro la armonía de la pareja. Al final, bloqueas cualquier impulso de colaboración que pudiera haber.
En vez de caer siempre en la crítica, acepta que cada persona es única, con sus propias ideas, valores y forma de ser. Para ser feliz en pareja, tienes que aprender a aceptar esas diferencias, es decir, aceptar al otro tal como es. Eso es amar. Claro está, siempre dentro de unos límites razonables y del respeto.
La otra cara de la crítica es el elogio. ¿Por qué no pruebas a elogiar más a tu pareja, incluso cuando recibes alguna crítica? Es algo que se entrena día a día. El refuerzo positivo es poderoso y reduce el espacio para los reproches.
A diario ya recibimos suficientes críticas fuera; nadie quiere llegar a casa y seguir sintiéndose juzgado. Recuerda: para que las cosas cambien no basta con buenas intenciones. Hay que actuar, invertir esfuerzo y, cuando esto se convierte en costumbre, los dos salís ganando.
Una relación solo avanza cuando ambos están dispuestos a implicarse y a resolver juntos lo que no funciona. Si falta ese compromiso mutuo, es cuestión de tiempo que la distancia crezca y la conexión se pierda.